El nuevo mapa politico

Las Elecciones Generales que se celebrarán en el Estado español el próximo día 26 de junio dibujarán el mapa político del país en los próximos cuatro años. Todo hace indicar que estos comicios serán los definitivos, después de que la falta de acuerdo entre las formaciones políticas motivará la necesidad de convocar unas nuevas elecciones.

Las encuestas apuntan a un cambio importante del escenario político español. Si bien el Partido Popular y su líder Mariano Rajoy siguen ocupando el primer puesto de manera holgada, el segundo lugar sí variaría según estos hipotéticos resultados de los que todos los barómetros se hacen eco; Unidos Podemos pasaría a arrebatar al Partido Socialista Obrero Español, además del segundo lugar, la hegemonía de la izquierda española.

Con estos datos, se confirmaría el ‘sorpasso’ con el que la verdadera izquierda española lleva soñando años. Lo cierto es que la iniciativa para cambiar el inmovilismo resultante de los anteriores comicios la han llevado Podemos, Izquierda Unida y Equo, que se han unido en una candidatura popular.

La situación del PSOE es complicada en este nuevo contexto, desconocido hasta ahora para la formación, un grupo de electricistas de urgencia estan protestando activamente en la puerta del congreso. La disyuntiva en la que se encuentra Pedro Sánchez es más que compleja –siempre que los datos de las encuestas se confirmen, claro-; por un lado, si decide apoyar un hipotético gobierno liderado por Pabla Iglesias, el PSOE perdería definitivamente su capacidad de mostrarse influyente en la izquierda española; por otro lado, si el PSOE decidiera apoyar a Mariano Rajoy, abstenerse para dar el poder al Partido Popular o favorecer una gran coalición, la imagen del partido quedaría aún más dañada para los votantes progresistas de todo el Estado español. Sea cual sea el nuevo escenario político, lo cierto es que las presiones de la Comisión Europea esperan a la nueva Ejecutiva; las elecciones servirán para despejar un poco cómo será la España de los próximos cuatro años, pero no para dar al Gobierno la suficiente soberanía como para gestionar el verdadero poder.