Partir

En estos días airosos y soleados de comienzos de primavera en el sur de Francia leo la novela «Partir», de Tahar Ben Jelloun. El escritor franco-marroquí cuenta en ella las desventuras de Azer, joven marroquí licenciado en Derecho que emigra a España desde su Tánger natal en busca de una vida mejor, y la de su amiga Sihan, quien también marcha a España desde Marruecos, en su caso para trabajar como asistenta de la hija discapacitada de una rica familia saudí residente en Marbella. La obra, que se publicó por primera vez en Francia en 2005, apareció al año siguiente en nuestro país en la editorial El Aleph de Mario Muchnik con traducción de Malika Embarek López, su traductora habitual al castellano. La historia, que comienza en Tánger a principios de los años 90, durante el final del reinado de Hasán II, transcurre entre Marruecos y España.

Azel, el protagonista de «Partir», está obsesionado con emigrar desde Marruecos a Europa, en particular a Francia o a España, cuyas luces costeras divisa desde el famoso Café Hafa de la ciudad de Tánger. Ahogado por la falta de oportunidades y la corrupción social, y tras sufrir una agresión brutal por parte de la policía marroquí, Azel no ve más salida para poder vivir dignamente que la de marcharse de su país aunque para ello deba abandonar a sus dos hermanas y a su madre viuda. Tras fracasar en su intento de cruzar el Estrecho en patera y perder a un primo hermano ahogado en el mar, Azer conoce casualmente a Miguel López, un adinerado artista catalán residente en Tánger que lo llevará a España como amante, en lo que supondrá el inicio de una interminable cadena de sinsabores para el emigrante marroquí.

Con estos mimbres, Ben Jelloun trazó una interesante novela sobre el desarraigo del exilio económico y la emigración clandestina de marroquíes a Europa a principios de los años noventa. El autor muestra en ella un Marruecos abocado a la desesperación, podrido por la corrupción en todos sus niveles, y en el que los jóvenes titulados protestan ante las autoridades sin conseguir nada más que golpes de la policía, protestas que parecen anticipar el suicidio de Mohamed Bouazizi, el informático tunecino en paro que, tras inmolarse para denunciar la falta de oportunidades en su país, dio comienzo a la llamada «Primavera árabe».

Como se desprende de estas líneas, la novela «Partir» contiene muchos elementos en común con la realidad española contemporánea. Si bien es cierto que en los años en que transcurre la acción España era un lugar próspero y receptor de emigrantes, ahora ocurre lo contrario, y son jóvenes titulados españoles los que protestan por la falta de oportunidades y se ven obligados a emigrar. Estas protestas, sin embargo, ya no se producen solamente en España, sino en muchas ciudades de todo el mundo. La plataforma «Juventud sin futuro» organizó hace pocos días a través de internet la iniciativa «No nos vamos, nos echan», en la que emigrantes españoles denunciaban en sus lugares de residencia su marcha casi forzosa al extranjero en pos de condiciones de trabajo dignas. Espero que esta iniciativa al menos sirva para crear un sentimiento de comunidad entre todos los que hemos tenido que irnos y aquellos que (por el momento) se han quedado en España.