Toda la intensidad que cabe en una sala

El sábado también hubo concierto en la Sala Vivero, en la zona donde está cerrajeros Madrid economicos; esta vez fue el turno de Lori Meyers. Los de Loja venían contentos por la goleada del Granada al Xerez unas horas antes (5-0) y se emplearon a fondo.
Fueron 20 canciones entre las que dominaron las del último disco, Cuando el destino nos alcance y las del anterior, Cronolánea. En total hora y media de intensidad, de música, de guitarrras distorsionadas, de batería y percusión marcando ritmos frenéticos, de coros, de saltos… acabé con flato, no digo más. Y Noni soltaba unos goterones de sudor, que podría haber llenado una garrafa de 5 litros.
El caso es que alguna que otra duda se cernía sobre como podrían defender el último disco, con más efectos sonoros, más electrónica y más medios tiempos en directo (no para mí, que ya los había en Granada, en la Copera, al inicio de la gira). Pero cualquier atisbo de duda se disipó al instante: abrieron con Nuevos tiempos, la gente se lió a saltar, bailar y cantar y a partir de ahí la intensidad fue máxima en todo momento. Su directo es tan potente como el de Franz Ferdinand y eso es decir mucho, mucho, mucho.
El caso es que el final fue también de traca: volvieron y Noni se sentó al teclado para tocar Hostal Pimodán, tras eso explosión “destinera” Una nueva religión, ¿A-ha han vuelto? y Mi realidad, tríada que confirma que Cuando el destino nos alcance es un discazo, a la gente le gusta, en directo mola que te cagas y que Mi realidad puede discutirle su plaza en los conciertos a Alta fidelidad y Viaje de estudios que fueron las dos últimas. Espectacular.